domingo, 20 de febrero de 2011

JAPÓN / JAPAN



Este país es considerado icono de modernidad. Sin embargo, la tradición convive armónicamente con el desarrollo. Es fascinante caminar por Tokio entre edificios y rascacielos llenos de luces multicolores y encontrarte un templo antiguo al doblar la esquina.

Según la mitología, Amaterasu, diosa del sol, se enfadó con su hermano Susano, debido a los celos y furia de éste. Se encerró en una cueva, lo que hizo que la luz desapareciese de la tierra. Los dioses, preocupados, decidieron reunirse en torno a la cueva y armar ruido para que ella saliese pensando que una deidad superior estaba llamándola fuera. Ameno-Uzume se inventó una danza inusual que hizo que los dioses rompieran a reir, lo que provocó que Amaterasu saliese a ver qué pasaba fuera. Este mito dio pie a uno de los orígenes del teatro y a las primeras muestras de teatralidad que existen. Los habitantes de las islas se reunían para representar una serie de 33 danzas, llamadas Yogakura, que imitaban las súplicas de los dioses para que Amaterasu devolviese la luz a la tierra. Estos bailes se pasaban de generación en generación y se ofrecían a los dioses para agradecer las buenas cosechas.




En Takachi-ho, en la región de Kyushu, en una de las islas del suroeste de Japón, se cree que se encuentra la cueva de Amaterasu, y todavía hoy, en el lugar donde se encuentra el templo (Takachiho-jinja), se celebran estas danzas. Los actores se ponen máscaras de vistosos colores y bailan al son de instrumentos musicales tradicionales mientras una especie de guía narra entre una y otra el contenido de cada una de las danzas. No podría haber un lugar más lleno de significado para estas representaciones que Takachiho-jinja. Y es que en este lugar es donde te olvidas que Japón es un gran complejo de urbes ultramodernas, perfectamente organizadas y extremadamente limpias, a veces rayando la obsesión.

Aunque hay turismo local, este lugar parece exento de numerosas visitas internacionales, lo que lo hace aún más agradable, sobre todo el compartir un domingo con las familias japonesas en la atracción favorita del lugar, la garganta. El río Gokase parece haber cortado estas columnas de basalto dándole extravagantes formas (se dice que algunas partes recuerdan a las escamas de un dragón). Hay un paseo empedrado por el que se puede acceder a los distintos acantilados y perderse entre la vegetación selvática de la isla. El río tiene un color verde muy curioso y agradable y las barcas que se pueden alquilar para dar un paseo fluvial dominguero, parecen la única opción al calor tropical sofocante del verano japonés. 




Kamakura se encuentra a una hora de Tokio y es un destino a evitar en fin de semana si quieres olvidarte de multitudes que se agolpan para visitar alguno de los 65 templos budistas o los 19 santuarios sintoístas. Sin embargo, aunque sea en fin de semana, merece la pena acercarse al Daibutsu o El Gran Buda. Este coloso de bronce pesa 93 toneladas y mide algo más de 11 metros. Se encontraba dentro de un templo de madera, que un tsunami devastó en 1495. Sin embargo, la estatua permaneció intacta, con esa actitud meditativa que te llena de calma nada más contemplarla. Es increíble la serenidad que puede llegar a mostrar semejante trozo de bronce. Quizá es el escenario de montañas verdes que la rodean, o sus gigantes manos formando el mudra Dhyani (la posición de manos en la meditación). O el silencio que se respira en ese lugar, incluso aunque esté lleno de gente. 




JAPAN

This country is considered to be a fashion icon. However, tradition lives in harmony with development. It is fascinating to walk along Tokyo among buildings and skycrapers full of multicoloured lights and find an old temple just reaching a corner.

According to Japanese mythology, Amaterasu, the Sun goddess, got angry with her brother Susano, due to his jealousy and rage. Se hid inside a cave, so light disappeared in the Earth. The worried gods decided to meet around the cave and make noise to make her think that a superior god was calling her outside. Ameno-Uzume performed an unusual dance which made the gods burst into laughter so Amaterasu went out to see what was happening. This myth was performed in what is considered to be the earliest origins of the theatre. The inhabitants of the islands gathered to perform a series of 33 dances, called Yogakura, which imitated the gods' pleas to Amaterasu in order to get the light back on the Earth. Those dances were taught by parents to sons and were offered to the gods to thank them for good harvests.

Amaterasu's cave is believed to be in Takachi-ho, located in Kyushu county, in one of the southwest islands of Japan. The old dances are still performed in this place, in the shrine (Takachiho-jinja). Actors wear masks with bright colours and dance a tune played with traditional instruments while a kind of guide tells the audience about each dance. No other place could give more meaning to those performances than Takachiho-jinja. It is here where you forget about Japan being a huge ultramodern city complex, perfectly organized and extremely clean.

Despite domestic tourism, this place seems free of international crowds, which makes it nicer. On Sundays you can enjoy along with Japanese families Takachiho's main attraction, the Gorge. Gokase River seems to have cut those basalt columns into eccentric shapes (it is said some parts resemble dragon scales). There is a paved path which takes you to different cliffs and gives you the chance to wander around the island's jungle vegetation. The river has a curious nice green colour and boats can be hired to spend a refreshing Sunday afternoon (tropical heat can get tough in summer).

Kamakura is just one hour drive from Tokyo and is a destination to avoid during weekends if you want to get rid of crowds visiting any of the 65 Buddhist temples or the 19 Shintoist shrines. However, even on a weekend, Daibutsu or The Great Buddha is a must. This colossus made of bronze weighs 93 tons and measures 11 metres (40 feet). It was originally placed inside a wooden temple which was devastated by a tsunami in 1495. But the statue stood there motionless, with that meditating gesture which fills you with calmness when you look at it. It's amazing how much serenity a piece of bronze can show. It is maybe because of the green mountains surrounding it, or its giant hands forming Dhyani mudra (hands position in a meditation). Perhaps it is the silence that can be breathed in that place even when it is overcrowded. 
 





 
 

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